Foto de: 24vest.de

La ciudad holandesa de Niuwegein, en el día de ayer, ha cortado lazos con su ciudad hermanada de Polonia, Pulawy, a causa de que esta se ha convertido en una de las famosas “LGBT-free Zone” lo cual no es otra cosa que una ciudad donde la presencia de homosexuales se ha prohibido mediante el miedo. De hecho, en estas zonas, en crecimiento en los últimos años en Polonia, es habitual que las personas homosexuales, casi como si se tratase de Irán o Libia, si son identificadas como tal, sean golpeadas y atacadas de forma constante, llegando en algunos casos al asesinato o el linchamiento.

El gobierno de Polonia, encabezado por el Partido Ley y Justicia y su presidente Andrezj Duda, lejos de prohibir estas actitudes las ha secundado o reducido a la irrelevancia considerándolas “habladurías comunistas” pese a que hay registro tanto gráfico como médico de que estos actos son ya sistémicos dentro de Polonia, sobre todo en ciudades como Cracovia o Varsovia, inicio de estas zonas libres de homosexuales. Y es que Ley y Justicia ha sustentado su ascenso en una supuesta búsqueda de la libertad personal y respuesta a la izquierda, tratando de capitalizar sucesos como el de Donald Trump en E.E.U.U, pero nada más lejos de la realidad. Mientras que Trump es democrático y a favor del capitalismo, Ley y Justicia ha demostrado, desde que ha llegado al poder en 2015, estar más cerca de la URSS que antes dominaba Polonia que de Estados Unidos, aprobando medidas de control económico, llegando a declararse públicamente “anticapitalistas” así como creando organismos de vigilancia social que han sido catalogadas como dictatoriales. Detención de jueces, control de medios de comunicación públicos, ataque a los medios privados contrarios mediante expropiaciones e incluso ( y esto seguro que traerá recuerdos) la sustitución de altos cargos de las fuerzas del estado por otros afines.

Igualmente, este gobierno, recientemente reelegido el día 13 de julio en unas elecciones plagadas de irregularidades, ha tendido a lanzar diferentes cruzadas contra aquellos a los que considera enemigos del pueblo polaco. Primero fueron los inmigrantes de origen ruso que, por la tradicional rivalidad entre ambas naciones, fueron perseguidos y casi obligados a irse. Ahora son los homosexuales, cosa que no sorprende sabiendo que  han sido calificados como “pederastas asquerosos” por parte de Roman Giertych, antiguo ministro de esta formación. Pero, aparte de estos grupos, cada vez se comienzan a observar más criticas y ataques contra los inmigrantes del oeste Europa, tanto centroeuropeos como mediterráneos, siendo muy probable que este sea el próximo objetivo del gobierno.

La situación en Polonia se encuentra alcanzando unas cotas insostenibles, y todos aquellos que se han opuesto, o que simplemente no gustan al nuevo gobierno, están siendo silenciados y atacados. Polonia parece, si la cosa no cambia, avocada a repetir la dictadura a la cual estuvo sometida hasta el año 1991, siendo el gobierno actual, por mucho que pretendan ellos decir, más cercano a una dictadura cualquiera, violenta y totalitaria, que a los movimientos de derecha política que han surgido durante estos últimos años como Donald Trump.

 

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